A nadie le gusta vivir en Guaynabo. Eso lo sabemos todos. Pero en el 1519 la situación era crítica. Hoy en día son los tapones y la humedad, pero en aquellos tiempos eran la temida viruela y algo que llamaban paludismo (hoy día, malaria). Llevaban años en esas. El lugar que Juan Ponce de León había escogido, Caparra, era inhóspito y pantanoso. O sea, era una mierda. Vivían cerca de un bosque de mangles, lleno de mosquitos y otros insectos. En aquella época la gente moría por nada, hasta en las mejores condiciones de vida. Así es que, imagínate en un lugar así como Guaynabo.
Lo peor de todo era que quedaba a dos millas de distancia del puerto. No solo quedaba lejos, sino que había que transportar toda la carga a través de los mismos manglares que rodeaban al pueblo. Y esto era todo a pie, porque a través de los manglares no se podía viajar en carretas, ni a caballo. En un momento habían movido el puerto más cerca. El original se llegó a conocer como el Puerto Viejo y, obviamente, el nuevo como Puerto Nuevo. Pero eso no resolvió el problema.
Así es que, como todo el mundo se estaba quejando de lo difícil que era vivir en Caparra, de España enviaron a un juez de residencia. El licenciado Rodrigo de Figueroa llegó a Santo Domingo en 1519 , y de allí viajó a Caparra para investigar la situación. Escuchó las quejas de los vecinos. Estos se querían mudar a la isleta que quedaba al otro lado de la bahía. La punta occidental era alta y fresquita. Quedaba a la entrada de la bahía. Unos arrecifes rodeaban los acantilados de la orilla y la costa (esto la hacía más fácil de defender). Además, allí los barcos podrían calar en un puerto más accesible para los residentes. Los vecinos le llamaron “el mejor y más bello lugar del mundo.”
El único problema era que Juan Ponce de León era un terco y no se quería mover de Caparra. Claro, cuando había mal tiempo o cuando los caribes (que probablemente eran realmente taínos de la isla, en alianza con caribes, que en realidad se llamaban kalinagos) atacaban; él estaba de lo más cómodo en su casa de piedra, la única en aquel pueblo. El resto de los vecinos se pasaban perdiendo sus casas de paja y madera con los huracanes y los saqueos indígenas. Juan Ponce de León alegaba que allí estaban más cerca de las estancias del norte y de las minas de oro del Toa. También alegaba que en la isleta no había recursos para sobrevivir y que el lugar solo beneficiaría a los marinos y mercaderes que vinieran de afuera y no a los residentes.
Volviendo al licenciado Rodríguez de Figueroa, este le tenía mucho respeto a Juan Ponce de León por sus grandes logros como colonizador de las Indias; pero al final tuvo que estar de acuerdo con el resto de los guaynabitos originales. Así fue que se decidió trasladar Caparra a la isleta de San Juan, a lo que en aquel momento llamaban Puerto Rico.
En el 1519 comenzó la mudanza. Esto significó, primero que nada, construir un puente para cruzar el canal de Caparra a Cangrejos (Santurce) y otro para cruzar del área de Cangrejos a la isleta. El contrato para construir el puente se le otorgó a un tal Martín Peña. En el 1521 se dio por terminada la mudanza. Ese mismo año Juan Ponce de León abandonó la isla. Apeló a las autoridades para mantener el poblado en Caparra, pero no logró nada. No le hicieron caso. Los vecinos fueron sobre su cabeza y su autoridad para mudar la ciudad del lugar que él había seleccionado.
Como todos sabemos, cuando la gente se cansa de Puerto Rico lo primero que hacen es mudarse a Florida. Y da la casualidad que Juan Ponce de León había descubierto la Florida unos años antes. Así que le pidió permiso a la Corona para ir a colonizar las nuevas tierras. El colono estaba listo para un nuevo futuro, lejos de los vecinos que se habían quejado de él con la corona española. Además, estaba harto de bregar con el revolú de Diego Colón, heredero al virreinato de las tierras descubiertas por su padre, Cristóbal. La incertidumbre acerca de quién tenía el mandato en el Caribe llevaba años para atrás y para alante y había creado mucha inestabilidad gubernamental en la isla. En la Florida, no tendría que lidiar más con eso. Pero claro, un indio le disparó con una flecha envenenada y tuvo que escapar a Cuba. No quería regresar a Puerto Rico luego de otro fracaso. Y así murió Juan Ponce de León, enchismado en Cuba.
Para más contenido como este, síguenos en Facebook (https://www.facebook.com/elcayito), y en Instagram @el_cayito .
Referencias:
Lasierra Íñigo Abbad y. Historia geográfica, Civil y Natural De La Isla De San Juan Bautista De Puerto Rico. 2nd ed., Ediciones Doce Calles, 2011.
Los Fuertes Del Viejo San Juan. División De Publicaciones Del Servicio Nacional De Parques, 2002.
Scarano, Francisco A. Puerto Rico: Cinco Siglos De Historia. 1st ed., McGraw-Hill, 1993.
תגובות