Documentos históricos sobre la llegada de Cristóbal Colón a Puerto Rico
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Documentos históricos sobre la llegada de Cristóbal Colón a Puerto Rico


pagina del libro copiador de cristobal colon
Final del documento 1 y principio del documento 2 del Libro Copiador de Cristóbal Colón

SOBRE LAS FUENTES


Luego de su primer viaje, Colón le entregó a los reyes su diario. Isabel la Católica, se quedó con el original y ordenó que se produjera una copia para entregársela a Colón. Ambos textos están desaparecidos desde por lo menos 1504. Lo que tenemos hoy día son unas copias de unos extractos y no del diario completo. La primera, es de Bartolomé de las Casas. La segunda, apareció en el siglo XIX en la biblioteca del Ducado del Infantado. No sabemos cuánto difieren o no del diario original.


Pasa lo mismo con el diario del segundo viaje de Colón. De este segundo diario, igualmente lo que tenemos son unos extractos copiados por su hijo Hernando Colón y por Bartolomé de las Casas. Tampoco tenemos el tercer y cuarto diario de Colón. Si es que sobreviven, tal vez algún día aparezcan. Pero por ahora no los tenemos.


Aquí les comparto los fragmentos de varias fuentes tempranas que relatan la llegada de la flota de Cristóbal Colón a Borikén.


Incluyo el texto de Hernando Colón y el de Bartolomé de Las Casas. Como notarán hay muchas similitudes, ya que ambos están usando la misma fuente.


Además, incluyo la carta que mencioné de Cristóbal Colón, escrita en 1494, donde menciona que navegó por el norte de Puerto Rico, y las cartas de Álvarez Chanca y Michele de Cuneo. También incluyo la crónica de Pedro Mártir de Anglería y la de Gonzalo Fernández de Oviedo. Y por último, incluyo algunos fragmentos del libro de Alessandro Geraldini, que aclaran que la isla Graciosa no era Vieques.


Cristobal Colon navegando

Documentos históricos


Historia del almirante Don Cristóbal Colón Primer volumen, por Hernando Colón (escrito ca. 1502)


De aquí partió el Almirante siguiendo su camino al Sues Norueste, donde halló más de 50 islas que dejó al Norte, y llamo á la mayor Santa Úrsula; á las otras, las Once mil Vírgenes; después aportó á la isla que llamó San Juan Bautista, que los indios llamaban Boriquen, y surgió con la armada en una canal do ella á Occidente, donde pescaron muchos peces, algunos corno los nuestros, y vieron halcones y parras silvestres, y mas hácia Levante fueron unos cristianos á ciertas casas de indios quo según su costumbre estaban bien fabricadas, las cuales tenían la plaza y la salida hasta el mar, y la calle muy larga, con torres de caña á ambas partes, y lo alto estaba tejido con bellisimas labores de plantas y yerbas como están en Valencia los jardines, y lo último hácia el mar era un tablado en que cabían diez o doce personas, alto y bien labrado.


Historia de las Indias tomo I, por Bartolomé de las Casas (publicado alrededor de 1559)



Desde allí, andando el Almirante su viaje para La Española, vido muchas islas juntas que parecían sin número; a la mayor dellas puso nombre Sancta Úrsula y a todas las otras las Once mil Vírgenes; llegó de allí a otra grande que llamó de Sant Juan Baptista, que ahora llamamos de Sant Juan, y arriba dijimos que llamaban Boriquen los indios, en una bahía della, al Poniente, donde pescaron todos los navíos diversas especies de pescados, como sábalos y sardinas algunas y em mucha cantidad lizas, porque destas es la mayor abundancia que hay en estas indias, en la mar y en los rios. Salieron en tierra algunos cristianos y fueron a una casas por muy buen artificio hechas todas empero de paja y madera, que tenían una plaza con un camino, desde ella hasta la mar, muy limpio y seguido, hecho como una calle, y las paredes de cañas cruzadas o tejidas, y por lo alto también con sus verduras graciosas, como si fueran parras o vergeles de naranjos o cidros, como los hay en Valencia o en Barcelona, y junto a la mar, estaba un miradero alto, donde podían caber diez o doce personas, de la misma manera bien labrado; debía ser casa de placer del señor de aquella isla o de aquella parte della. No dice aquí el Almirante que hobiesen visto allí alguna gente; por ventura debían huir cuando los navíos vieron.


Libro copiador de Cristóbal Colón, documento 2 (ca. 1494)

(adapté el escrito a ortografía más moderna para que sea más fácil de entender)


Torno a mi propósito de mi camino y digo que, junto con la isla de Santa Húrsula y la Honze mill Vírgenes, hallé otra isla de la cual no vi salvo la parte de ella del norte con aquél de poniente, mas según mi albedrío mayor que Sicilia y de mayores tierras y más hermosa y así de la misma hechura, a la cual dije el nombre de Sant Juan Baptista. Poblada es de gente que come carne humana, enemiga de los caníbales y de todas las otras islas. Tienen muy buenos puertos y mucha agua y grandes ríos. Altas son las tierras, y bahías limpias, y de montañas y árboles muy grandes, y todas muy labradas y sembradas de sus 'axis', que es singularísimo mantenimiento. Aquí vi yo muy buenas casas y adornamientos en el camino, de algunas de ellas de redes y de cañas de una parte y de otra del camino, que salían de las casas hasta la mar al luengo; y allí adonde hacían fin, en la playa, tenían un entretejido cadafalso como azutes sobre el camino, casi en manera de puerta y de tan perfecto labor, que en Valençia sería bien acepto.


Y en esta y en todas las otras islas y en especial aquí en la Isabela e visto muchos falcones neblíes y de toda suerte, mas los de Guadalupe fueron tenidos por los mejores, porque en aquélla no hay lugar de adonde se çeven, no por defecto de aves de toda manera, de que hay gran cantidad, salvo porque es espesísima de árboles; y los halcones cada mañana los veíamos ir a otra isla y después volver en la tarde. Aquí, en la Isabela, se hallan algunos cebándose en palomas torcaces y en garzas y en otras aves, de las cuales y de todas maneras hay grandísima cantidad; y en el señal de ellas se muestra que son muy voladas, porque huyen mucho de las personas. Procuraré, tanto que yo tengo en buen suceso y término estos otros negocios de V. Al. que más relevan a su servicio, de aver de estos falcones para le enviar. Y creo que, habiendo persona que sea maestro de prenderlos, los que pudiere haber cuantos hubiere menester para su servicio, y podrá enviar a otros príncipes.


Dexo esta isla de Sant Juan y torno a tomar el comienço de la Isabela, después de haber dejado algunas otras y no indinas de memoria. 


Carta del doctor Chanca al cabildo de Sevilla sobre el segundo viaje de Cristóbal Colón (1494)


Otro día de mañana fuimos por la costa della: era muy gran tierra, aunque no era muy continua, que eran más de cuarenta y tanto islotes, tierra muy alta, é la más della pelada, la cual no era ninguna ni es de las que antes ni después habemos visto. Pareada tierra dispuesta para haber en ella metales: á ésta no llegamos para saltar en tierra, salvo una carabela latina llegó á un islon de éstos, en el cual hallaron ciertas casas de pescadores. Las indias que traíamos dijeron que no eran pobladas. Andovimos por esta costa lo más de este día, hasta otro día en la tarde que llegamos á vista de otra isla llamada Burenquen, cuya costa corrimos todo un día: juzgábase que temía por aquella banda treinta leguas. Esta isla es muy muy hermosa y muy fértil á parecer: á ésta vienen los de Caribe á conquistar, de la cual llevan mucha gente; éstos no tienen fustas ningunas nin saben andar por mar; pero, según dicen estos Caribes que tomamos, usan arcos como ellos, é si por caso cuando los vienen á saltear los pueden prender también se los comen como los de Caribe á ellos. En un puerto desta isla estovimos dos días, donde saltó mucha gente en tierra; pero jamás podimos haber lengua, que todos se fuyeron como gente temorizada de los Caribes. Todas estas islas fueron descubiertas deste camino, que fasta aquí ninguna dellas había visto el Almirante el otro viaje, todas son muy hermosas é de muy buena tierra; pero ésta paresció mejor á todos: aquí casi se acabaron las islas que facia la parte de España había dejado de ver el Almirante, aunque tenemos por cosa cierta que hay tierra más de cuarenta leguas antes de estas primeras hasta España, porque dos días que viésemos tierra vimos unas aves que llaman rabihorcadas, que son aves de rapiña marinas é no sientan ni duermen sobre el agua, sobre tarde rodeando sobir en alto, é después tiran su via á buscar tierra para dormir, las cuales no podrían ir á caer según era tarde de doce á quince leguas arriba, y esto era á la man derecha donde veníamos hasta la parte de España; de donde todos juzgaron allí quedar tierra, lo cual no se buscó porque se nos hacía rodeo para la vía que traímos. Espero que á pocos viajes se hallará. Desta isla sobredicha partimos una madrugada, é aquel día antes que fuese noche, hobimos visto de tierra, la cual tampoco era conocida de ninguno de los que habían venido el otro viaje; pero por las nuevas de las indias que traíamos sospechamos que era La Española, en la cual agora estamos. Entre esta isla y la otra de Buriquen parescía lejos otra,  aunque no era grande.


Carta de Michel de Cuneo a Gerónimo Annari (1495)


“Estando yo en la barca me apoderé de una mujer de los caníbales, muy hermosa, la cual el señor Almirante me donó. Teniéndola en mi estancia desnuda según es costumbre, asedióme el deseo de solazarme con ella; queriéndolo poner en ejecución y no admitiéndolo ella, me trató de tal manera con sus uñas, que jamás hubiese querido haber comenzado; visto lo cual, si he de deciros todo, tomé una cuerda y la azoté fuertemente, mientras ella daba gritos inauditos. Pero al final, nos encontramos de acuerdo de tal manera, que os digo que para eso parecía amaestrada en una escuela de rameras…


El 14 de noviembre zarpamos con mal tiempo, y el 19 llegamos a una isla muy hermosa y grande llamada “Boluchen”, por los naturales, a la cual el señor Almirante puso por nombre Isla de San Juan Bautista. Durante cinco días, mientras navegábamos, vimos tanto a la izquierda como a la derecha muchas islas, que el señor Almirante hizo anotar todas en las cartas de navegar. En la isla mencionada descansamos, y de ella salimos el 21; el 25, en gracia de Dios, llegamos a la Española, descubierta anteriormente por el señor Almirante, donde fondeamos en un puerto excelente, llamado Montecristo.”


Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano, por Gonzalo Fernández de Oviedo (publicado en 1535)


…al Poniente, están muchas isletas que llaman las Vírgenes, e más adelante está la isla Boriquén, que agora se llama Sanct Juan, la cual isla es muy rica e de las más notables, como se dirá adelante en su lugar…


… destas que he dicho e otras que están con ellas, así como Libuqueira, a la cual los cristianos llamamos Sancta Cruz e el cronista Pedro Mártir la llama Ayay.


…todas, o las más, estaban pobladas de indios flecheros llamados caribes, que en lengua de los indios quiere decir bravos e osados. Estos tiran con hierba tan pestífera y enconada, que es irremediable; e los hombres que son heridos con ella, mueren rabiando e haciendo muchas vascas, e mordiéndose sus propias manos e carnes, desatinados del dolor grandísimo que sienten. Y cuando alguno escapa es por sobrada dieta, e diligencia de algunas medicinas apropiadas contra ponzoña… pero lo más cierto, cuando alguno sana, es por ser fecha la hierba de mucho tiempo, o por faltarle alguno de los materiales ponzoñosos de que es compuesta…; porque en diversas partes, diversa manera de hacer esta hierba tienen los indios. Estos flecheros destas islas que tiran con hierba, comen carne humana, excepto los de la isla de Boriquén…


…Digo, pues, así: que reconoscidas estas primeras islas… pasó el Almirante e su armada, prosiguiendo su viaje, entre las unas e las otras, después que hobieron tomado agua en una dellas: e idos adelante, reconoscieron la isla de Boriquén, que, como se dijo de suso, es agora llamada Sanct Juan. E aquesta es la mayor isla de las que hay en aquel paraje, e más principal de cuyo sitio e medida, e asiento e gente, y de lo que hay desde España fasta ella y a las que tengo dicho, se fará especial mención en su lugar, cuando convenga… 


Tornando a nuestro propósito e camino, digo que después que pasó esta armada de la isla

de Boriquén o Sanct Juan, vino a esta de Haití, que llamamos Española…


Décadas del Nuevo Mundo, Libro II, por Pedro Mártir de Anglería (este tomo se comenzó a escribir en 1494)


Avanzando más y más cada día, se habían extendido ya sobre quinientos cinco mil pasos, primero al Sudoeste, después a Poniente, luego a Noroeste, cuando entraron en cierta extensión inmensa de mar llena a cada paso de islas innumerables, maravillosamente diferentes entre sí; algunas las veían al pasar cubiertas de bosques y hierba y amenas, otra secas, estériles, pedregosas, con montes altísimos de piedra. Varias de ellas mostraban colores encarnados en las desnudas piedras, otras morados, otras blanquísimos; no falta quien piense que son de metales y piedras preciosas; pero que echaran allí áncoras las naves lo impidió, ya el mal estado del mar, ya el temor de islas espesas, no fuera que las naves mayores se estrellaran en alguna peña. Dejando, pues, para otro tiempo la exploración de estas islas, que no pudieron contar por su muchedumbre y por la confusa disposición en que están, prosiguen su camino; pero cuarenta y seis hombres con ciertas naves más ligeras, que no necesitaban mucho fondo, pasaron por entre medias, dirigiéndose las mayores por alta mar por temor de los escollos. A este conjunto de islas le llamaron el Archipiélago.


Marchando de estas aguas, hay a mitad de camino una isla que los indígenas llaman Buriquena. A ésta la llamó la isla de San Juan. De aquí decían que eran oriundos muchos de los que habían sido libertados de los caníbales. Referían que era isla muy populosa, cultivada, con puertos y bosques, y que sus habitantes siempre habían profesado sumo odio y enemistad a los caníbales. Ellos no tienen naves en que puedan pasar de sus costas a las de aquéllos; pero si asaltando los caníbales su territorio con incursiones para cazarlos, como acontece a veces que es incierto el resultado de la guerra, éstos los derrotan, les vuelven las tornas, pues a la vista de un caníbal despedazan a otro, lo asan, y con rabiosas dentelladas lo parten y devoran. Todo esto lo averiguaban los nuestros por los intérpretes indígenas llevados a España en el primer viaje.


Por no detenerse, pasaron de largo esta isla; pero en su último ángulo de Occidente bajaron a tierra unos pocos sólo para tomar agua, donde encontraron una casa grande y principal, según la costumbre de aquella gente, rodeada de otras doce vulgares pero desiertas. No se averiguó claramente si habrían abandonado completamente las casas, porque, según las estaciones del año, ya se van a las montañas por razón del calor, ya a los llanos cuando hace frío, o si habría sido por temor a los caníbales.


Toda la isla tiene un solo rey, y, cuando manda, se le obedece con admirable reverencia. La costa meridional de esta isla que bordearon se extiende casi a doscientos mil pasos. Por la noche, dos mujeres y un joven de los libertados de los caníbales, echándose al mar, se marcharon nadando al suelo natal.


Con los que quedaban llegaron ya pocos días después a la deseada Española, distante quinientas leguas de la primera isla de los caníbales; pero con infeliz resultado, pues encontraron que habían sido muertos todos los compañeros que habían dejado allí. Al principio de esta isla Española hay una región llamada por los indígenas Xamaná.


Periplo hasta las regiones ubicadas al sur del equinoxio, por Alessandro Geraldini (1519)


LIBRO DUODÉCIMO


…Por fin -por volver a nuestro viaje- descubrimos la isla Berequeya, que ahora se llama Graciosa, a la que el genovés Colón bautizó con el noble nombre de mi madre, quien se distinguió por su linaje, santidad, antiguas costumbres, gran erudición y piedad constatada hacia Dios. Por eso me alegré de que Colón hubiese conservado su antigua amistad para conmigo de aquella época en la que le ayudé a conseguir una expedición de tal calibre por el gran océano, pues, como yo emitía ame él juicios de gran valor sobre mi madre insistentemente, sin que se lo pidiera, me respondió que habría de bautizar alguna noble isla con el ilustre nombre de mi madre. Desembarqué entonces con extrema alegría en el siguiente puerto, desde donde me adentré en la isla, rebosante de ateos árboles, insigne por sus praderas llenas de hierba, célebre por sus fontanas heladas y por sus abundantes ríos. Esta isla fue habitada en el pasado por gente piadosa y buena. Luego los caníbales la capturaron y tras devorar a todos sus ciudadanos durante un banquete cruel, la dominaron durante mucho tiempo y, por último, la dejaron desierta por el miedo a los españoles…


LIBRO DECIMOTERCERO


…Al cabo de tres días desde que partí de la isla que ostenta el nombre de mi madre, debido a una tempestad atraqué en la isla Caruqueria, que previamente Colón había llamado Guadalupe, por el monasterio de Guadalupe en la España ulterior, el más importante de todos los monasterios de Iberia entera…


…Por fin, a tres días desde Guadalupe descubrimos la isla de San Juan Bautista, cuyos antiguos habitantes denominaban Beriqueria, que es una isla mayor que Córcega,en el mar etrusco, donde hay templos cristianos y donde Alonso Manso fue investido Obispo en los años del Pontífice Máximo Julio I.


En esa época sufrimos unas tempestades desconocidas para ese océano, de tal intensidad que no pudimos tocar tierra de ninguna manera en esa isla: después de haber navegado con calma chicha surgió en un instante una nubecilla a la que sucedieron lluvia y un viento inesperado y no había otra solución que plegar las velas rápidamente en el mástil para no perecer sin remedio. Y así nos volvimos en dirección a la isla La Española después de pasar apuros durante tres días por esa calamidad.



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