El Grito de Borikén (parte 1)
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El Grito de Borikén (parte 1)

Updated: Oct 10, 2022

Y no me espanto destos pareceres

Ni de que sean malos sus concetos,

Pues ven disminuidos sus placeres

Y todos ellos andan inquietos;

Y sus hijos y hijas y mujeres

A servidumbre mísera sujetos,

Pierden la libertad aquellos fueros

Que no pueden comprarse por dineros.

-Juan de Castellanos, Elegía de varones ilustres de Indias (1589)



Es imposible saber realmente qué pensaban y qué sentían los borincanos nativos durante el proceso de la conquista española en nuestras islas. Osea, sabemos lo externo hasta cierto punto; qué ocurrió, cómo, cuándo, dónde. Conocemos los abusos, sabemos de la esclavitud, de las encomiendas, de las cacerías humanas. Sabemos los nombres de los conquistadores y de algunos de los caciques, y las fechas en que ocurrieron ciertos eventos. Pero todos los documentos, los escribieron los españoles. Así que, lo interno, solo lo podemos imaginar. ¿Por qué Agüeybaná, el Viejo intentó hacer las paces con los españoles? ¿Por quéAgüeybaná, el Bravo decidió resistir a mano armada los abusos? ¿Cuál fue la gota que colmó la copa? ¿Qué motivó a la mayoría de los caciques de Borikén a declarar la guerra contra los conquistadores? Lo más cercano a una respuesta se puede encontrar mirando el contexto histórico.


Cuando los conquistadores llegaron a Borikén, le dieron una sola opción a los borincanos: servirles. Todos los taínos se convirtieron en súbditos de la Corona y tenían que rendirle tributo mediante la labor forzada conocida como las encomiendas o repartimientos. Francisco Moscoso escribe que “Aprovechando la estructura tributaria cacical pre-existente los conquistadores españoles sobre-impusieron una estructura de dominio señorial y mercantil conocido generalmente como el régimen de la Encomienda. El coloniaje, claro está, modificó a los cacicazgos en todos sus aspectos.”


Las protecciones (las Leyes de Burgos) que se mencionan hoy día como justificación de la conquista eran mínimas, y rara vez aplicadas. De todos modos, los taínos no tenían ningún derecho para hacer reclamos de los abusos. Si no aceptabas las encomiendas, básicamente significaba rebelarte y si hacías eso, entonces te podían esclavizar. A los esclavos los podían vender. A los encomendados no. Esa es tal vez, en práctica, la única diferencia verdadera. Si les interesa saber más detalles, pueden leer los tres artículos que escribí sobre el tema aquí.


Luego de un primer viaje exploratorio, el 2 de mayo de 1509, Juan Ponce de León llegó a Borikén con autorización oficial para iniciar la conquista de la isla. Poco después llegaría Cristóbal de Sotomayor desde España. De familia noble, había intentado en vano obtener el cargo de la gobernación de la isla, pero esta ya se le había otorgado a Ponce de León. Sin embargo, la Corona llegó a un compromiso con Sotomayor, otorgándole una gran cantidad de indígenas encomendados del “mejor cacique de la Isla” (Sued Badillo). También le dio permiso para poblar la isla con todos los que lo quisieran acompañar y tenía el poder de otorgar vecindades. Al mismo tiempo de la llegada de Sotomayor, llegó también Juan Cerón, representante del Virrey Diego Colón, quien asumió la gobernación en octubre de ese año, dando inicio a toda una lucha de poder. Pero este cambio de gobernación coincidió con un momento en que Ponce de León se encontraba fuera de la isla en Santo Domingo. Así que Diego Colón aprovechó para reunirse con las personas principales de la isla.


Colón le limitó la encomienda a Sotomayor a unos “300 indios”, porque, como le escribió al rey “Esto del cacique de don Cristóbal era mucho perjuicio de vuestra alteza y no se poblara la isla porque no hay en ella sino dos, y si el uno llevara él solo con los indios a él anexos, ningún indio quedará para los pobladores y por esto le señalo 300 indios”.


De todos modos, a Sotomayor le tocaba el “mejor cacique” y ¿qué mejor cacique que Agüeybaná? Era él a quien llamaban el “señor principal” y “caudillo mayor” de Borikén. Su territorio, según Sued Badillo, era El Cayabo, el cual comprendía todo el terreno entre Yauco y Salinas, y hacia el norte tal vez tan lejos como Villalba. Además la gran mayoría de los otros caciques de la isla estaban bajo su autoridad, con excepción, según Sued Badillo, del territorio al norte desde el río Manatí hasta el río Loíza. Vieques y Santa Cruz también eran aliados de Agüeybaná.


Fue por esto, que Sotomayor se estableció en el sur de la isla. Además, es posible que también Diego Colón quisiera mantenerlo lejos de Ponce de León para evitar conflictos. El punto es, que con la llegada de Sotomayor, la conquista de la isla se dividió en dos; el norte para Ponce de León, y el sur para él. Esto será bien importante luego.


Sotomayor estableció su primer poblado en las tierras que los españoles llamaron Guánica (porque creyeron que allí había mucho oro), cerquita del Cayabo y de Agüeybaná. Pero este Agüeybaná, no era el mismo que hizo una alianza pacífica con Ponce de León. No, ese se acababa de morir. Este era su hermano: Agüeybaná, el Bravo.

Parece que desde el inicio hubo problemas con los caciques, quienes se rehusaban a servir o ignoraron las exigencias laborales. A todas estas, Sotomayor seguía mordío porque había recibido menos encomendados de lo que le habían garantizado en España. Y en respuesta a sus reclamos, se le dio permiso para traer indígenas de otras colonias. Pronto, estaba ordenando a los vecinos de Távora a hacer entradas (o cabalgadas) en sus tierras para “pacificarlos y traerlos a servidumbre”. Fue en una de estas entradas ordenadas por Sotomayor que Diego de Cuéllar perdió un ojo.

Las entradas eran la persecución de alzados, con un segundo y más importante propósito de capturar y esclavizar indígenas. Como guerrilleros, los españoles entraban a los bosques y sorprendían a los taínos en sus poblados. Quemaban yucayeques, separaban familias, ejecutaban rebeldes y destruían siembras. Esclavizaban a los sobrevivientes, incluyendo niños y ancianos, marcándolos con el carimbo de la F del rey Fernando.


La cosa es que Sotomayor seguía jodiendo con lo de los encomendados que le tocaban, llegando al punto de querer coger indígenas que fueron repartidos a Ponce de León. Así que, el virrey Diego Colón, decidió recortarle el repartimiento a Sotomayor y dejarlo en 300 otra vez.


En los poblados que estaban siendo afectados por las acciones de Sotomayor, el descontento se estaba dejando sentir. Tanto así, que es posible que esto haya influido en la decisión, en 1510, de mudar este poblado español de Guánica a las tierras alrededor del Río Guaorabo, en lo que hoy conocemos como Añasco, y que en aquel entonces formaba parte del extenso terreno conocido como la Aguada. Como nos dice Sued Badillo “...Oviedo atribuye la mudanza a los mosquitos... Pero las malas relaciones con los caciques de la región y la localización tan apartada del asiento pudieron haber tenido mayor peso en la decisión”


El septiembre de 1510 concluía la primera temporada de recogido de oro. Y, esto no solo significaba riquezas para los españoles, sino que también, tal vez, un breve respiro dentro de la cruenta explotación laboral a la que sometían a los taínos encomendados. Para este tiempo también, Sotomayor compró el conuco de Agüeybaná. No estoy claro a quién se lo compró, pero asumo que no fue Agüeybaná quien recibió remuneración.


Para finales de 1510, Sotomayor, ahora nombrado Alguacil Mayor por Ponce de León (quien nuevamente había asumido la gobernación de la isla), visitó las tierras que poco antes le había comprado a Agüeybaná. Fue entonces cuando se enteró de que había un complot para asesinarlo…


“...debemos tener muy claro que la guerra que se desató en Puerto Rico a partir de 1511 significaba para los taínos, desde el punto de vista de los intereses contrapuestos de clases en que analizamos, una restauración de la jefatura indígena a la vez que la liberación taína del yugo colonial español.”

-Francisco Moscoso


 

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Referencias:


-De Castellanos, Juan. Elegías De Varones Ilustres De Indias. Edited by D. Buenaventura Carlos Aribau, 2nd ed., M. Rivadeneyra, 1857.


-Fernández de Oviedo, Gonzalo. La Historia General y Natural De Las Indias. Real Academia De La Historia, 1851.


-Fernández Méndez Eugenio. Las Encomiendas y Esclavitud De Los Indios De Puerto Rico: 1508-1550 ; Dibujos De Alberto Beltrán. Ed. Univ., 1976.


-Moscoso, Francisco. Caciques, Aldeas y población taína: Puerto Rico 1492-1582. Academia Puertorriqueña De La Historia, 2008.


-Moscoso, Francisco. “La Conquista Española y La Gran Rebelión De Los Taínos.” 10 Aug. 2011.


-Scarano, Francisco A. Puerto Rico: Cinco Siglos De Historia. McGraw-Hill, 2016.


-Sued Badillo, Jalil. Agüeybaná El Bravo: La recuperación De Un símbolo. Ed. Puerto, 2008.


-Sued Badillo, Jalil. El Dorado Borincano: La economía De La Conquista. Eds. Puerto, 2001.


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