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Writer's pictureAndrés Sanfeliú Cruz

La historia y las controversias de la Noche de San Juan en PR

Updated: Jun 26


Imagen generada con Inteligencia Artificial

Cristóbal Colón

SAN JUAN LLEGA A BORIKÉN


A la isla de Borikén, Cristóbal Colón le puso el nombre de San Juan Bautista en 1493. En 1512, Alonso Manso estableció la iglesia en Caparra dedicada a San Juan, que luego se establecería en la isleta cuando la ciudad se movió de lugar. Esa iglesia, que pasó por varias etapas de construcción a través de los siglos, es la Catedral de San Juan Bautista. 


En 1637-38, bajo el gobierno de Iñigo de la Mota Sarmiento (devoto de San Juan Bautista), se reconstruyó el crucero de la Catedral. Como parte del proceso, se celebró una misa en honor a este santo. Esta es la primera celebración del día de San Juan en PR que conocemos (eso no significa que fue la primera). A través de los siglos, las fiestas del día de San Juan eran las más grandes de la isla, y de estas fiestas, lo más popular eran las carreras de caballos. 


LOS INICIOS DE LAS CARRERAS


Había carreras de caballo competitivas y también carreras desorganizadas. De las competitivas, no me queda muy claro qué evidencia hay previo al Siglo 19 en Puerto Rico, aunque se practicaban por toda América. En este artículo voy a hablar de las carreras desorganizadas, que era como algo más social que se hacía por diversión durante ciertas celebraciones religiosas. Lo digo para aclarar desde ahora que cuando hablo de carreras, no estamos hablando de una competencia de caballos.


Las carreras de caballos tienen sus orígenes en tradiciones medievales europeas y probablemente llegaron a PR desde casi los inicios de la conquista. La ganadería, los hatos, los caballos, jugaron un rol bien grande en nuestra historia desde esos tiempos. Aunque no me queda claro en qué momento se empezaron a celebrar las carreras con relación al día de San Juan, todo parece indicar que por lo menos desde el Siglo 17 la tradición estaba presente.


Sabemos que en ese siglo se hacían carreras de caballos en la capital de San Juan, en las Fiestas de Santiago, el patrón militar de España. Según nos dice Salvador Brau, las carreras empezaban al caer la noche y duraban hasta bien tarde “tomando parte en ellas toda clase de gente, de condición libre, en caballos propios o alquilados, llevando cada jinete a la grupa, una mujer que encubría su cuerpo con ligero mantón y recataba el rostro con rebocillo de encajes o negro pañizuelo”. Las carreras se hacían desde la Puerta de Santiago (la Puerta de Tierra), hasta el Campo del Morro.


Estas celebraciones incluían también ceremonias religiosas y militares. Durante la ceremonia se disparaban mosquetes y petardos. Durante una de estas celebraciones, en 1652, hubo un atentado contra el gobernador don Diego de Aguilera, a quien le dispararon “varios arcabuzazos” (Brau). Aparentemente fue “en venganza por haber perseguido un fraude de más de 50,000 pesos en las remesas de los situados”. Parece que fueron los hijos del acusado quienes llevaron a cabo el intento fallido de asesinato. En realidad, a De Aguilera lo trataron de matar varias veces, pero siempre sobrevivió. Este gobernador también fue el objeto de varias controversias, unas por usar fondos de la Real Hacienda para financiar la construcción del Convento de San Francisco, y otras por decir blasfemias. A él le terminarían embargando sus bienes y lo meterían preso en las cárceles de la Inquisición en Cartagena.


LAS FIESTAS DE SAN JUAN


Imagen generada con Inteligencia Artificial

Pero volviendo a las fiestas de San Juan. “Desde tiempo inmemorial este pueblo en vísperas y fiestas de San Juan conserva la costumbre de salir cuantos pueden por las calles, dando carreras de caballos con disfraces, cada hombre y cada mujer en el suyo”, nos dice Iñigo Abbad y Lasierra, un fraile español que estuvo en Puerto Rico en los 1770’s. Esta tradición de salir a caballo en disfraces, no era simplemente un acto folklórico, pues también permitía otras prácticas. O sea, al salir disfrazados, podías actuar en anonimato, lo que traía cierta impunidad. Durante estas carreras, la gente sacaba “a la luz pública los <<trapos sucios>> o secretos de muchos vecinos, sin olvidar que las máscaras igualaban a todos, blancos y hombres de color”. O sea, la gente salía a chismear sin que nadie supiera quién dijo qué de quién. Esto también permitía criticar abiertamente a las autoridades y las élites, sin que hubiera consecuencias. Además las parejas podían salir en la noche a hacer sus cosas sin que los cogieran. Parece que esto también traía problemas, porque abría las puertas a la chillería, y entonces los esposos tomaban venganza, fuera con sus esposas o con el chillo.


Por estas razones, el 21 de junio de 1707, el obispo Urtiaga prohibió las carreras. Resulta que a la gente esto no le gustó para nada. El día después, en la mañana, una multitud de hombres y mujeres se reunieron frente a las casas episcopales para exigir la suspensión del edicto. Al medio día llegó también el cabildo y el regimiento de la ciudad a solicitar lo mismo. Como el obispo se rehusó a levantar la suspensión, el cabildo se rehusó a participar de las actividades religiosas. Por si acaso, por ley, el cabildo estaba obligado a participar. El resto de la gente se quedó allí en la calle protestando. A las 7 de la noche, el obispo se rajó y levantó la suspensión.


Las carreras de caballos se celebraban en la capital en la víspera y el día de San Juan. Desde la mañana del 23 de junio empezaban a llegar los corredores de todos los pueblos de la isla. A los caballos los decoraban con lo más que pudieran, con sillas o mantas bien lujosas, espuelas de plata, algunos les ponían cascabeles, o les ponían cintas. La gente pasaba casi todo el año preparándose, ahorrando para poder vestirse bien y decorar sus caballos lo mejor que pudieran.


Al medio día empezaban a correr por toda la ciudad, tanto hombres y mujeres. Los caballos eran “muy veloces y de una marcha muy cómoda”. Iban en grupos de amigos o familiares, y daban vueltas por toda la ciudad a todo lo que da, sin parar, hasta la noche. Cuando los caballos no podían más entonces se montaban en otro y seguían. A veces, los caballos se morían.


Los puertorriqueños y las puertorriqueñas eran “...mejores caballistas que los peninsulares y superiores a las amazonas parisinas” (López Cantos). Abbad y Lasierra, hablando de las carreras, comenta: “No obstante la confusión y tropel de la corrida, rara vez sucede desgracia alguna y si ocurre algún azar es á algún Español que encontrándose con el pelotón de corredores al volver alguna esquina, no sabe evitar los encuentros con la destreza de los criollos.” 


"Dama a Caballo", José Campeche (1785)

Los jinetes puertorriqueños no agarraban las riendas los caballos, excepto cuando tenían que virar. Corrían con los brazos cruzados, y hasta hablaban con la gente que se asomaba de las ventanas y con los otros jinetes. Las mujeres “van con igual o mayor desembarazo y seguridad que los hombres, sentadas de medio lado sobre sillas a la jineta, con solo un estribo” (Abbad y Lasierra).


El próximo día, o sea el día de San Juan, se hacía una misa. A las 9 de la mañana salía el cabildo, la nobleza, los oficiales, los militares y el gobernador y hacían una procesión por las calles principales hasta llegar a la Catedral donde se hacía una misa, y ponían las llaves de la ciudad a los pies de San Juan bautista. A todas estas las carreras seguían en las otras calles.


También se hacían carreras de caballos en la víspera y el día de San Pedro y San Pablo, osea el 28 y el 29 de junio, solo 4 días después. En una de esas carreras fue que ocurrió la tragedia que motivó la construcción de la Capilla del Cristo en 1753. También se celebraban en el día de San Mateo, el 21 de septiembre y el día de Santiago (que ya les mencioné), el 25 de julio. En ocasiones también se celebraban en otras fechas.


Otra cosa interesante de los relatos de estas carreras en el Siglo 18, es que posiblemente estén describiendo ya en esos años el Paso Fino. No se denomina de esa manera, pero André Pierre Ledrú en 1797 escribió que “La velocidad de estos caballos indígenas es admirable: ni su trotar, ni su galope son comunes; más bien tienen una especie de andadura, un paso tan precipitado que ni siquiera el ojo más atento puede seguir el movimiento de sus patas”.


Los caballos eran sumamente importantes en la vida de los puertorriqueños. Casi todo el mundo tenía por lo menos uno. Como señala Abbad y Lasierra. Por los “muchos ríos, caños, lagunas y pantanos” de la isla y por lo lejos que vivían “unos de otros y de las iglesias precisan á estos isleños a montar frecuentemente á caballo.” O sea, para ir a misa, o a una fiesta, o algo tan simple como visitar a otra persona, había que ir a caballo “especialmente en tiempo de lluvias no saldrán a pie ni para andar cien pasos”. Para poner esto en contexto, hay que recordar que antes no había calles pavimentadas. Llegar de un lugar a otro, significaba coger caminos de tierra bien malos, que usualmente estaban en súper malas condiciones. Con la lluvia, eso hubiera sido un fanguero brutal y en Puerto Rico llueve mucho. Abbad y Lasierra también señala que la mayor parte del año, las tierras estaban inundadas, una de las razones por las que todo el mundo andaba descalzo, aparte del calor. Por esta necesidad, los puertorriqueños eran “tan diestros jinetes, que a cualquier hora del día o de la noche corren a rienda suelta, cruzan ríos y pantanos…sin que les canse, ni sucedan desgracias”.


Otra cosa que se hacía con motivo de las Fiestas de San Juan, era la Alborada de Leche. Como nos dice Josefina Maldonado, “para los años 1780 al 1781 concurría a las fiestas gente de diversos lugares de la Isla, coincidiendo “forasteros” con los jíbaros, que traían sus frutos para venderlos en la Plaza del Mercado y los expendedores de leche que llegaban antes de la aurora.”


En el verano de 1797, luego de la victoria sobre los ingleses, las celebraciones del día de San Juan fueron tan grandes que después la gente no se quería ir de la ciudad, y se tuvo que hacer como un padrón para saber quienes eran de San Juan y ordenar al resto de la gente a que regresaran a sus pueblos.


GOBERNADORES Y CABALLOS


Miguel de la Torre

De 1822 a 1837, el gobernador de Puerto Rico era un militar llamado Miguel de la Torre. De él hay mucho que contar, pero tal vez es mejor conocido por su régimen autoritario, en conjunto con su “gobierno de las tres B” o “baile, botella y baraja”. La mejor manera de resumirlo, sería incluir esta cita del gobernador que comparte Salvador Brau: “Mientras el pueblo se divierte no piensa en conspirar”. Este principio “sirvió de escuela gubernativa en la colonia” (Brau). Bajo De La Torre, se reglamentaron las galleras, “se multiplicaron los dados, naipes y rolinas” y las celebraciones religiosas “sirvieron de pantalla a vicios populares”. Pero, volviendo a lo que nos concierne, Brau nos dice que además “las carreras de San Juan renovaron en la capital sus antiguos escándalos”


Saltando unas cuantas décadas más, en 1849, el gobernador Juan de la Pezuela, prohibió las carreras que se hacían en las fiestas de San Juan y San Pedro. A los puertorriqueños, esto les supo a mierda. El 7 de julio de 1849, apareció una botella en la Plaza de Armas. La botella decía:


“Ábranme, que reviento,

que viene Pezuela dentro.”


Adentro de la botella, había un pasquín que decía:


“El nuevo gobernador,

por moral… y otros bizcochos…

ha prohibido las carreras…

¡Hombre, prohíbalo todo!

Don Juanito, Don Juanito

de Ayacucho mal despojo

¿A qué viene con reformas

de soldadito de plomo?

¡Lárgate para los Andes,

sacristán de tomo y lomo!


¡A beber chicha o guarapo

y atracarse de mondongo!

¡Tú tienes tu cumarracha

hecha en claveles rojos!

¡Y las visitas de noche

en la casa de Ma Goyo!

Orgulloso militare

has metío el pie en un hoyo

combatiendo las costumbres

de este pueblo de criollos.”


En 1854, se reestablecieron las carreras. No sé exactamente cuándo fue que se dejaron de hacer las carreras de caballos en San Juan específicamente, aunque me parece que fue en el Siglo 19.  Ahora, no es como que en Puerto Rico, esta tradición se haya perdido. Como resalta Canino Salgado “En la actualidad todavía las carreras y exhibiciones de caballos de paso fino constituyen un gran acontecimiento dentro de las fiestas patronales de cada pueblo”.


LA NOCHE DE SAN JUAN HOY DÍA


"San Juan Bautista", José Campeche (1780)

San Juan Bautista, es uno de los santos más famosos. Conocido por bautizar a Jesús en el Jordán, tiene una gran asociación con el agua. También es el único santo que se celebra por el día de su nacimiento en vez de su muerte. La Biblia dice que San Juan nació 6 meses antes que Jesús, por eso se celebra su día el 24 de junio. Y esta fecha es importante también porque cae bien cerca del solsticio de verano. Por eso, en muchas partes del mundo, aún sobreviven tradiciones más antiguas que el cristianismo, con orígenes paganos, que se celebran hoy día en la Noche de San Juan. 


En muchos lugares, las celebraciones incluyen actos relacionados al agua, o al mar específicamente. Pero la tradición específica de tirarse de espaldas al agua 3, 7 o 9 veces, (hay gente que se tira 12 veces), es única de Puerto Rico.  Ese “bautismo” simbólico, para algunos tal vez es simplemente diversión, pero para otros es un acto de limpieza espiritual. Lo curioso, es que no se sabe exactamente de dónde viene. Es posible que haya llegado con las inmigraciones del Siglo 19 a la isla, y que surgiera algún tipo de sincretismo con otras religiones. Josefina Maldonado López, en su artículo comparte una cita de Juan Lizcaino que dice “…que en Venezuela durante el 1613, los negros acostumbraban bañarse en la mañana de San Juan y bañar juntos el Santo”.


Según Josefina Maldonado, otros rituales, como “el que se celebra en Puerto Rico con los ajos y las agujas”, podría venir de tradiciones gitanas.


PARA CERRAR


Las fuentes históricas pintan las celebraciones que mencioné como un descontrol brutal. Eran los momentos en los que la gente “alcanzaba una libertad que les estaba vedada, poniendo de manifiesto sus sentimientos y fobias” (López Cantos). Eran estas fiestas, al parecer, espacios en los que los puertorriqueños podrían sacar a pasear su rebeldía, manifestándose desde expresar sus disgustos con sus vecinos hasta con las propias autoridades. Tal vez era también una forma de limpieza, aunque no necesariamente una espiritual. Por otro lado, es interesante, que celebraciones como estas, en un momento pudieron desencadenar en un atentado contra la vida de un gobernador y en otro fueron una herramienta del gobierno para controlar al pueblo.


De todos modos, lo más que me resalta es el hecho de que la gente venía de todo Puerto Rico a conglomerarse en San Juan y hacer una celebración en conjunto. Es cierto que esas celebraciones eran un algarete. Y claramente todo eso tenía, aparte del aspecto religioso, un aspecto político a mayor o menor grado dependiendo de la época (aunque eso se puede decir de todo). Pero también había un aspecto de unión. Yo sé que he dicho esto muchas veces, pero en el Siglo 18 tomaba un mínimo de 8 días viajar por tierra de San Germán a San Juan. O sea, que tomaba mucho más tiempo que lo que toma hoy día viajar de Puerto Rico a España. Y, obviamente, era un viaje bien sacrificado. Sin embargo, con todo y eso, todas estas personas hacían el peregrinaje a un mismo lugar, donde desataban sus frustraciones y celebraban como pueblo.


 

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Una fantasía épica en la isla de San Juan Bautista


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Fuentes:

-La Noche de San Juan, en la Biblioteca Virtual de Puerto Rico, po Josefina (Mima) Maldonado López, 

-Historia de Puerto Rico, por Salvador Brau

-Los puertorriqueños: mentalidad y actitudes (Siglo XVII), por Ángel López Cantos

-Historia Geográfica, Civil y Natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico, por Iñigo Abbad y Lasierra

-Introducción al folklore puertorriqueño, por Marcelino J. Canino Salgado

-Viaje a la isla de Puerto Rico, por André Pierre Ledrú

-Leyendas puertorriqueñas, por Cayetano Coll y Toste

-¿Quién fue San Juan y por qué celebramos la noche de las hogueras?, National Geographic, por Cristina Crespo Garay

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