“Vítor, don Gaspar de Andino / nuestro invicto general / pues con acción tan igual / se asimila a lo divino / pues, perdona tierno y fino / con un pecho generoso / quedando así más airoso / que no siendo carnicero / pues más que justiciero / Dios se precia de piadoso.
Cante la fama su gloria / Publique el mundo su fama / Y estos timbres, que derrama, / Guarde por dulce memoria / Puerto Rico, y es notoria / Su fortuna y su destino / Y con esto te adivino / Muy colmado ya de bienes / Y te digo en parabienes / ¡Viva don Gaspar de Andino! / ¡Viva!”
-Pasquín en defensa del gobernador Gaspar Martínez de Andino, circa 1690 (López Cantos, 2017)
Historia del Gobernador de Puerto Rico Gaspar Martínez de Andino
No se sabe dónde nació Gaspar Martínez de Andino, ni exactamente el año tampoco, pero debió ser alrededor del año 1611. En 1630 ingresó al ejército como arcabucero y fue escalando los rangos hasta lograr el puesto de maestre de campo. Sirvió en la Armada del Mar Océano, en el ejército de Cataluña, luchó contra los holandeses en Brasil y fue prisionero en Portugal por 4 años. Al salir de la cárcel estaba arruinado económicamente y cuando se casó con su sobrina María de Andino, él no tenía ninguna posesión excepto su ropa. Parece que detrás de este extraño matrimonio, habían intereses financieros. Las posesiones que llegó a tener luego de casarse, las compró con el dinero de su esposa.
En 1668, Martínez de Andino se convirtió en el alcaide del castillo del Morro en La Habana, Cuba. Para 1681, en Puerto Rico estaban pasando unos revoluces con el gobernador Juan Robles de Lorenzana, un abusador tiránico que hasta le disparó cañonazos a un juez que había sido nombrado para su gobierno. Robles de Lorenzana fue destituido en 1682, aunque no dejó su puesto hasta mediados del ‘83. Para sustituirlo, nombraron como gobernador a Martínez de Andino. Pero por su avanzada edad (tendría aproximadamente 72 años), se determinó que solo asumiría el cargo por 3 años. Además de su familia, llevó también a Baltasar de Andino, quien era el hermano de su esposa. Osea, Baltasar era tanto su sobrino, como su cuñado.
Cuando Martínez de Andino llegó a Puerto Rico, fue celebrado por la población como la persona que los liberaría de la opresión de su antecesor. De todos los sectores, le escribían cartas a la Corte agradeciendo su nombramiento. El cabildo reportó que desde que asumió su cargo el nuevo gobernador, había abundancia de géneros y alimentos, y que estaba haciendo un buen trabajo con la reparación de las defensas de San Juan. Aunque se suponía que su gobierno durara solo 3 años, gracias a su buen comportamiento, su término fue extendido. Pero, en su segundo término la cosa se le empezó a complicar.
Aunque parece que en un principio Martínez de Andino intentó detener el contrabando en la isla, terminó incurriendo “en el negocio clandestino que involucraba a todas las clases sociales y sucumbió a los vicios generales de la colonia” (Sarramia, 1993). En esta red de contrabando estaban envueltas personas en toda la isla, entre ellas “clérigos, frailes, militares, regidores, alcaldes y hasta los oficiales reales” (Brau, 1904). Martínez de Andino, estaba utilizando el dinero que llegaba del situado mexicano para su propio bolsillo y para financiar sus tratos ilegales. El situado era un dinero que se traía de Nueva España (hoy México), que se instituyó para costear los gastos de las defensas militares. Este dinero no llegaba a PR con la regularidad que se suponía y la cantidad que llegaba fue variando dependiendo de la época. Era este dinero el que Andino se estaba robando. Sería como si algún político hoy día cometiera fraude con fondos federales. Inimaginable.
Al centro de todo este entramado de corrupción y contrabando, estaba el sobrino/cuñado del gobernador, el ya mencionado Baltasar de Andino. Desde el tiempo en que el gobernador fue alcaide del fuerte en Cuba, Baltasar era protegido por su tío. Allí fue “cabo de guzmanes…y más tarde teniente de alcalde de la citada fortaleza” (López Cantos, 2017). Luego, estando en Puerto Rico, Baltasar era el dueño de “la única tienda y carnicería que había en San Juan” (López Cantos, 2017). También fue nombrado por su tío/concuñado como capitán de infantería y alcaide del Morro en San Juan. Baltasar era uno de esos parientes talentosos.
Juntos, el gobernador y su sobrino/cuñado mantenían, “... una vía comercial directa con el Curazao holandés” (Moscoso, 2012). Baltasar era dueño de dos embarcaciones que usaban para este comercio ilegal, con las que traían “esclavos, ropas y otros géneros de contravención” (Moscoso, 2012), según detalló en una carta el clérigo Francisco Sanabria.
Ahora, es importante también contextualizar la situación del contrabando (para más detalles pueden leer La Isla Pirateá). En 1691, el sucesor de Martínez de Andino (de él les hablo ya mismo) reportó que hacía “4 o 5 años no venía navío de España”. Esto no era cualquier cosa. Legalmente, Puerto Rico solo podía comerciar con barcos españoles, pero estos no llegaban con regularidad, cuando llegaban no siempre querían comerciar aquí, y además solo podían entrar al puerto de San Juan. El contrabando era necesario para la supervivencia de la mayoría de la población y casi siempre los gobernadores encontraban como lucrarse de la situación. Entre 1650-1700, todos los gobernadores estuvieron implicados en estos tratos ilícitos. Pero nada, así es la historia de los gobernadores de Puerto Rico.
El obispo de Puerto Rico, Francisco Martínez Padilla, era bien panita del gobernador, y estaba también envuelto en sus tratos. Sabemos, por ejemplo, que Padilla era dueño de dos esclavos que había conseguido a través del contrabando de Martínez de Andino. En un momento, el sacerdote Sanabria, quien se oponía a los tratos ilícitos del gobernador, llevó sus preocupaciones al obispo. Como consecuencia, Sanabria terminó preso por 6 meses.
Martínez Padilla y Martínez de Andino eran tan amigos, que una vez el obispo dio una visita pastoral por la isla, y “el gobernador le dio “jurisdicción y poder” de acción, sin entrar en detalles de lo que eso quería decir” (Moscoso, 2012). Pero parece que al obispo se le pasó la mano, lo que llevó al gobernador a retirar la autoridad que le había otorgado. Eso fue el inicio de varias disputas entre ellos, incluyendo un levantamiento en Coamo en contra del gobernador que al parecer fue instigado por el propio obispo. Sin embargo, según nos dice Francisco Moscoso (2012), por el momento no se conocen detalles de este suceso. Pero sí conocemos los detalles de otro conflicto entre estas dos figuras, que tendría consecuencias serias para Martínez de Andino.
Todo comenzó porque Baltasar mantenía una “devoción” (esa es la palabra que usan) con una monja. El obispo Martínez Padilla parece que hizo unas maniobras para “evitar el escándalo” (López Cantos, 2017). Sin embargo, Baltasar, con el apoyo del gobernador, asumió una mala actitud contra él. El obispo entonces le informó a la Corte que no era el gobernador Martínez de Andino quien gobernaba la isla, sino su sobrino/cuñado. Reportó además que quien pagaba los situados era Baltasar, y que los pagaba en ropas y tejidos, y que en el pasado llegó a pagarlos en crédito. Según nos dice Salvador Brau (1904), Baltasar andaba “negociando usurariamente con el haber de los soldados y la necesidad de los vecinos, en una tienda exenta de alcabalas y tributos, en que hacía de factor un sargento de la guarnición”.
Una Real Cédula de 1665, establecía que si el diezmo para la iglesia no alcanzaba los 500,000 maravedíes, la diferencia se sacaba del situado. El gobernador, parece que se tardó mucho en pagar este dinero. El obispo le reclamó a la Corte diciendo que el gobernador no le pagaba por mala fe. Sin embargo, el gobernador alegó que era porque la situación económica en la isla era tan grave, que tuvo que escoger en dónde poner el dinero. Según Martínez de Andino, la infantería de San Juan estaba en peores condiciones que la iglesia.
Vale la pena mencionar que el sacerdote Sanabria contó que en un momento (asumo que fue antes de todo este revolú) le envió una serie de cartas al gobernador pidiéndole que le pusiera remedio a la situación con el contrabando. Sin embargo, el gobernador en vez “hizo sus cartas públicas y se las entregó a su sobrino Baltasar de Andino, “para que diera aviso a los vecinos de dichos partidos se guardasen de mi” (Moscoso, 2012). Sanabria recibió amenazas de muerte, y en Ponce un grupo de casi 40 hombres lo cogieron y se lo llevaron al monte, donde le dejaron saber que Baltasar les había notificado de sus cartas. El sobrino/cuñado prácticamente retó a los ponceños a matar al cura, diciéndoles que “sabían matar ganados en aquellos montes, y no sabían quitar la vida a los deslenguados” (Moscoso, 2012). Sanabria de rodillas les suplicó por su vida, lo cual claramente funcionó, porque sobrevivió para contar este suceso.
Cuando las acusaciones contra el gobernador y su sobrino/cuñado llegaron a España, ordenaron que la Audiencia de Santo Domingo enviara un oidor para hacer una investigación. Pero el presidente allí era amigo del gobernador, así que hizo todo lo posible por obstaculizar la partida del oidor quien iría a investigar la situación en PR. Finalmente, el oidor, llamado Manuel de la Cruz Ahedo, pudo llegar a San Juan, pero aquí la cosa se le puso más difícil todavía, porque “...nadie quería declarar contra el sobrino del gobernador, haciendo casi imposible la encuesta” (López Cantos, 2017).
El gobernador también terminó involucrado por haber entorpecido el proceso, “secundando tal propósito vecinos y funcionarios, con excepción del obispo” (Brau, 1904). Osea, básicamente medio mundo estaba a favor del gobernador y en contra de la investigación. Se puso tan intensa la cosa que el oidor se tuvo que refugiar en el convento de los franciscanos para que no lo mataran y no se perdieran los documentos judiciales.
Eventualmente, lograron acusar a Baltasar de varios cargos, incluyendo “...haber tenido tienda; que intervino en los asuntos de gobierno; que fue nombrado por su tío alcaide del Morro y capitán de la compañía de Pedro de Aranguren, y que se había dedicado al comercio ilícito” (López Cantos, 2017).
Baltasar terminó encarcelado en El Morro, pero logró sobornar a un centinela portugués y escapar con él a Curacao en una balandra portuguesa. Por esta huida, le echaron la culpa al gobernador y le nombraron un juez de residencia. Un Juicio de Residencia era una investigación que se hacía de todos los oficiales reales y municipales al abandonar su puesto. Los juicios de residencia los hacían jueces nombrados por el Consejo de Indias en representación de la Corona, o los oficiales que iban a suceder los puestos. O sea, muchas veces el juez de residencia era el hombre que había sido nombrado como el próximo gobernador, como lo fue en este caso Gaspar de Arredondo. Sí, él también se llamaba Gaspar.
El juez de residencia le impuso una sentencia severa a Martínez de Andino. Lo encarcelaron en el Morro en 1688, y le pusieron una multa de 62,000 pesos (la cual se fió de la infantería del presidio) y fue suspendido de todos los oficios políticos y militares. Sin embargo, parece que el pueblo de Puerto Rico continuó siendo leal al gobernador, aún luego de su sentencia. La Corte recibió una gran cantidad de correspondencia, de todos los pueblos de la isla, en defensa de Martínez de Andino, “unas alabando su gestión, otras manifestando la arbitrariedad del juez de residencia, y todas pidiendo justicia y clemencia.” (López Cantos, 2017). Además de las cartas, “aparecieron pasquines por las paredes de San Juan, favorables al gobernador saliente… y otros en contra de Arredondo y su escribano…” (López Cantos, 2017). Al inicio del artículo incluí uno de estos pasquines citados por López Cantos (2017). Aquí les comparto otro:
“A jugar al causoncillo / los Gaspares se han juntado / y barajando un boleado / Arredondo y el cojillo, / para Martinez codillo / con trampilla lo han armado / por cogerlo descuidado, / que si él advertido jugara, / por los oros se sacara / treinta manos de contado”.
A pesar de estos reclamos, no se hizo nada. Su juicio estaba fijado para el 19 de marzo de 1696. En la cárcel, Martínez de Andino básicamente lo perdió todo, y por la suma pobreza en la que se encontraba, dependía de la caridad de otros para sobrevivir. En una carta que escribió desde la prisión a la Corona, él reportó que los residentes de San Juan y los soldados, al ver que él no tenía los medios para mantenerse “Obrando con tanta fineza, que unos me socorren con plátanos, otros con carne y los soldados con algunos pollos y gallinas para la convalescencia de mis achaques.”
El 11 de febrero de 1691, murió Martínez de Andino en la cárcel del Morro. Su esposa y sus hijas, que permanecieron en Puerto Rico luego de su muerte, se quedaron sin nada. En un momento solicitaron “la merced de dos plazas muertas en la infantería de presidio y se les entregó 600 pesos “por una vez”, pero muy tardíamente” (López Cantos, 2017).
El sobrino del gobernador, fue el mejor que salió de todo esto. De Curacao viajó a España, donde solicitó la revisión de sus cargos. Su sentencia se volvió a ver y terminó recibiendo un indulto. Se le permitió regresar a Puerto Rico, le devolvieron las cosas que le habían embargado y eventualmente, hasta llegó a ser nombrado contador de la Real Hacienda en la isla. “Don Baltasar de Andino del Puerto Rico colonial: de contrabandista ascendido a Contador Real.” (Moscoso, 2012).
El próximo gobernador, Gaspar de Arredondo, quien como ya mencioné fue el juez de residencia contra Martínez de Andino, fue una figura ampliamente despreciada en Puerto Rico. López Cantos (2017) cita un pasquín que apareció en 1691 en contra de Arredondo, el cual parece hacer referencia a una epidemia que azotó a Puerto Rico de 1689-1690:
“Vino la peste, vino éste,
fuese la peste, quedó éste,
uñas largas, arañaulí”
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Fuentes:
Historia de Puerto Rico 1650-1700, de Ángel López Cantos (2017)
La sublevación de los vecinos de Puerto Rico 1700-1712, de Francisco Moscoso (2012)
Juicio al gobernador, de Francisco Moscoso (1998)
Historia de Puerto Rico, de Salvador Brau (1904)
Gobernadores de Puerto Rico, de Tomás Sarramía Roncero (1993)
El situado mexicano para la defensa militar, de Gricel Surillo Luna, enciclopediapr.org (2014)
Leí con mucho detenimiento e interés el artículo sobre Don Gaspar Martínez de Andino. Soy tatara tatara nieto de Don Gaspar por la línea materna ya que mi nombre es Dr Guillermo J Vázquez Martínez de Andino mi abuelo Don Agustín Martínez de Andino fue el primer puertorriqueño en obtener un título de ingeniero químico de la Universidad de Tulane a principios del siglo xx.y lo hizo trabajando en los cañaverales de Luisiana para poder sufragar sus estudios y sus hijos Agustín fue un prominente médico endocrinólogo y Luis se distinguió en la milicia durante y después de la Segunda Guerra Mundial.