Agüeybaná no era ningún mamao
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Agüeybaná no era ningún mamao

Updated: Dec 11, 2023



José Garnelo (1892)

Los taínos eran buenos. Está en su nombre. Eso es lo que significa taíno. Eso está en nuestra sangre. Ese es el ideal; la unión. Si no fuera por los españoles, estaríamos viviendo en bohíos y corriendo por ahí en taparrabos. ¡Qué bueno que vinieron aquí! Piensa en todo el progreso que nos trajeron. Los taínos eran pacíficos. Así debemos ser nosotros. ¿Verdad?

Agüeybaná el Viejo era bueno, él quería hacer las paces con los españoles y compartir la isla. Ese era el ideal, compartir:

-Mira, ¿te quieres llevar el oro? Relax, es todo tuyo. ¿Necesitas nuestras cosechas? Tranquilo, cógelas, no te mueras de hambre. ¿Necesitas más esclavos? Chillin’, aquí a la orden.

Pero entonces, como nos cuenta Iñigo Abbad y Lasierra, este mundo idílico se jodió.

“...el buen Cacique Agueynaba, que había recibido á los Españoles con tan sincera amistad, la conservó hasta su muerte ocurrida en este mismo año… con la muerte de los padres é hijo heredó un hermano de Agueynaba, hombre maligno, sedicioso y desafectó a los Españoles; y aunque tomó el nombre de D. Cristóbal Sotomayor y este Capitán le daba cuanto tenía, no pudo convencer su ingratitud y perfidia.”



Cuando muere Agüeybaná El Viejo, su hermano Agüeybaná El Bravo hereda el trono, en el 1510. Este es el cacique malo, el que decidió resistir la invasión española. Él fue el loco que pensó que le podía ganar a los ejércitos españoles con arcos y flechas. Él fue quien, luego de unas cuantas escaramuzas en las que los taínos pierden, muere por bruto. Bruto porque se puso a correr pa’ arriba y pa’ abajo como un loco en frente de los arcabuces españoles. Su guanín en el pecho reflejaba el sol, convirtiéndolo en un blanco fácil. Obvio que los españoles le metieron una pela a los taínos. ¡Qué clase de morones! ¿A quién se le ocurre rebelarse contra un ejército tan poderoso?

Excepto que Iñigo Abbad y Lasierra estaba hablando mierda. Los taínos no eran ningunos zánganos y no eran tan pacíficos na’. Cuando Colón llega a La Española en 1492 (19 años antes de que Agüeybaná ascendiera al trono), los taínos ya llevaban mucho tiempo, no sé ni cuanto, en guerra con los Kalinago, a quienes los españoles llamaron indios caribe. Ya eran guerreros.

La información más cercana a los hechos de la rebelión indígena viene de Gonzalo Fernández de Oviedo. Él escribió en 1535 la Historia general y natural de las indias, entrevistando a través de los años a personas que estuvieron envueltas en los eventos significativos de la conquista. Su crónica es lo más cercano que tenemos a los sucesos y ahí es donde se desmienten los mitos del taíno sumiso.

Taínos ahogan a Diego Salcedo

Cuando Agüeybaná El Bravo, hereda el cacicazgo, los taínos ya están hartos. Urayoán envía a unos taínos a ahogar a Diego Salcedo en el río. No es para averiguar si los españoles son dioses o no; es una declaración de guerra. Para ese tiempo también el cacique Aymaco captura al joven Juan Suárez y le otorga el privilegio de matarlo al ganador de un juego de pelota. Por otro lado el cacique Hucuyoa le quiebra el ojo al español Diego de Cuellar. Agüeybaná convoca un consejo cacical. Envía a Guarionex, junto con el cacique Aymaco y 3,000 indios, a quemar la villa de Sotomayor en Añasco, mientras el mismo Agüeybaná mata a Sotomayor a orilla del río Jauca en Jayuya.

La primera gran batalla ocurre en el río Coayuco, el Grito de Coayuco, el 3 de enero de 1511. Luego de esa batalla, Juan Ponce de León tiene que regresar a Caparra a recuperarse y reforzar sus tropas. Cuando ya están ready, Ponce de León decide entrar en las tierras de Aymaco. Estando allí envía a Diego de Salazar con 50 hombres a enfrentarse contra el cacique Mabodamaca y 600 taínos. Allí ocurre un combate espectacular entre un cacique (no se identifica) y un español (Juan de León, que no es Juan Ponce de León). El cacique muere, al igual que otro español que se unió a la pelea. Se dice que los españoles salen victoriosos, matando a 150 taínos.

Theodor de Bry

Después de esto, las batallas se van concentrando en el área de Yahueca. Se dice que Ponce de León tenía 80 hombres y los taínos 11,000. Luego de unas cuantas luchas que no decidían la victoria para un lado ni para el otro, Fernández de Oviedo relata lo siguiente.

“...siguiose que un escopetero derribó de un tiro un indio, e creyóse que debiera ser un hombre muy principal, porque luego los indios perdieron el ánimo que hasta aquella hora mostraban, e arrendaron un poco atrás su ejército, donde la escopeta no alcanzase.”

El taíno muerto nunca se menciona por nombre. Agüeybaná no aparece en ninguna de estas batallas, ni se dice que haya muerto en ninguna de ellas. Tampoco se menciona que los indios se escaparan ni se rindieran. Solo dice que se alejaron a una distancia a la que las balas de las escopetas no los alcanzaban. Súper buena idea. Luego ocurre lo siguiente:

“E así como la misma noche fue bien escuro se retiró el gobernador, e salió con toda su gente, aunque contra la voluntad é parescer de algunos, porque paresció que de temor rehusaban la batalla; pero en fin a él le paresció que era tentar a Dios pelear con tanta multitud é poner á tanto riesgo los pocos que eran...”

O sea, que Juan Ponce de León fue el que se retiró de la batalla, antes de que los taínos acabaran con ellos. La historia de que los españoles ganaron la guerra definitivamente y le dieron muerte al cacique Agüeybaná es completamente falsa.

En la correspondencia y probanzas de la época se sigue mencionando a Agüeybaná en diferentes ataques y batallas. Los taínos hicieron alianza con los caribe. Agüeybaná posiblemente se estableció en la isla de Guadalupe, donde muchos taínos y caribes se refugiaron. Desde allí llevaban a cabo ataques a Caparra y a las tierras de los caciques Daguao y Jumacao en el este. Aunque en los documentos hablan de taínos y caribes, en la historia solo se habla de los caribes como amenaza. Los caribes eran los revoltosos y los taínos eran los sumisos. En los documentos también se habla del terror en el que vivían los españoles y de la amenaza de los indios. Los españoles no estaban metiendo pela. No sabían si ganarían la guerra. Ni siquiera ganaban muchas de las batallas.

Theodor de Bry

La última referencia a Agüeybaná se hace en el 1519, cuando intentaron capturar a un tal Cristóbal indio (Cristóbal era otro nombre para el cacique Agüeybaná) en el área del Rincón del Daguao (Fajardo). En el 1529 los ataques cesan y no hay ataques nuevamente hasta el 1546. Entre el 1529 y 1530 pasaron al menos tres huracanes devastadores por la isla. Es muy probable que Agüeybaná haya muerto por esas fechas.




La resistencia taína no fue una serie de escaramuzas que duró un año. Fue una guerra que duró casi 20 años. Agüeybaná fue el líder que unió y organizó a los caciques de Puerto Rico y el Caribe en una guerra abierta contra los españoles. Los taínos no se rindieron pacíficamente, sino que organizaron una ofensiva militar.

En el 1589 Juan de Castellanos escribe una historia en verso bastante decorada y fantasiosa de la isla. Es un drama más que un documento histórico. No contó con testigos directos. Él dice que el taíno muerto en la batalla no se pudo reconocer por la pintura en la cara, pero que muchos decían que fue Agüeybaná. Esto parece ser pura fabricación. No está fundamentado en nada.

Theodor de Bry

En el 1596 se le encomienda a Antonio de Herrera y Tordesillas redactar una historia que resalte las hazañas de los conquistadores (hicieron barbaridades aquí, pero pichea). Él da por cierto que Agüeybaná murió en Yahueca. Luego, otros como Iñigo Abbad y Lasierra, Salvador Brau y Cayetano Coll y Toste toman esto como base y continúan perpetuando esta misma idea, con escritos llenos de errores. Salvador Brau por ejemplo, tomaba citas fuera de contexto y saltaba las partes que contradecían su narrativa hispanófila, además de añadir detalles que no estaban en la fuente primaria.

En el 1903, luego de la Guerra Hispanoamericana, Brau fue nombrado Historiador oficial de Puerto Rico. Sus escritos se convirtieron en la referencia básica para la historia de Puerto Rico. Paul G. Miller tomó ese texto como base en su libro de historia, que se utilizó en las escuelas hasta los 50´s. Esa es la historia. Los taínos se rindieron. España fue buena con ellos. Los que se rebelaron eran malos, pero rápido perdieron y aprendieron su lección.

Aquí en Puerto Rico hay que aguantar. Nosotros pariseamos y vamos a la playa. ¿Qué más podemos pedir? Estamos jodíos y es culpa nuestra. No es culpa de los españoles que se llevaron el oro, que mataron a los taínos, que alteraron la historia que se nos enseña. Es que en esta isla no hay na’, vivimos recostados y no nos educamos. Tenemos que estar agradecidos de lo que viene de afuera. Eso es lo que vale. Lo de aquí y los de aquí, no. Claro para decir eso primero nos tienen que hacer olvidar que aquí hubo oro y se lo robaron, que aquí hubo héroes y los borraron. Nos tienen que hacer olvidar de qué estamos hechos y de dónde vinimos.

La familia Agüeybaná y su cacicazgo se centraba en Ponce, en el área que se llamaba El Cayabo, que comprendía el área entre lo que hoy día es Yauco y Salinas. El cacique de Guánica era tío de Agüeybaná, el de Yauco era aliado. Tú sabes, donde ahora tiembla la tierra. A lo mejor estos temblores son los taínos revolcándose en la tumba. Tal vez es un recuerdo de que ellos hicieron a esta isla temblar y que nosotros también podemos; que si ellos no se dejaron, nosotros tampoco tenemos que hacerlo.

 

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Referencias:

Abbad y Lasierra Íñigo. Historia geográfica, Civil y Natural De La Isla De San Juan Bautista De Puerto Rico. 2nd ed., Ediciones Doce Calles, 2011.


Badillo, Jalil Sued. Agüeybaná El Bravo: La recuperación De Un símbolo. Ed. Puerto, 2008.


Moscoso, Francisco. “El Mito De La Muerte De Agüeybaná y De Los Caciques Colaboradores Caguax y Don Alonso.” Revista Del Instituto De Cultura Puertorriqueña, vol. 10, no. 20, Jan. 2011, pp. 44–58., https://issuu.com/revistaicp/docs/revista_del_icp__segunda_serie__n___ac5575fee4268d.


Robiou Lamarche Sebastián. Taínos y Caribes: Las Culturas aborígenes Antillanas. Ed. Punto y Coma, 2009.

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