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Writer's pictureAndrés Sanfeliú Cruz

Atentados contra gobernadores de Puerto Rico en el Siglo 17

Incidentes de violencia política en la segunda mitad del Siglo 17 en Puerto Rico


ATENTADOS CONTRA GOBERNADORES EN EL SIGLO 17


En 1685, el exgobernador de Puerto Rico, Juan de Robles Lorenzana se quejaba desde la cárcel en Santo Domingo que la gente de San Juan había confabulado contra él, como lo hicieron antes contra Diego de Aguilera y Jerónimo de Velasco, a quienes intentaron matar. ¿De qué estaba hablando este señor? ¿Había una conspiración en contra de los gobernadores de Puerto Rico en los 1600s?


A través de los siglos, hubo mucha tensión y conflicto entre distintos bandos de las élites de San Juan “que pretendían el dominio de la isla” (López Cantos, 2017). Muchas de estas familias habían sido las dominantes en la isla por generaciones, y había disputas por asuntos familiares, privilegios, dinero, deudas, contrabando, etc. Como estas personas eran ricas, y también tenían conexiones y puestos privilegiados en el gobierno, el ejército y la iglesia, esos chismes podían tener consecuencias bien grandes. El siglo 17 no era la excepción.


Cuando llegaba un gobernador nuevo, todos esos distintos bandos, empezaban a lamber ojo y meter cizaña para ganarse su favor. Ahora, lo mejor que podía hacer un gobernador para no buscar problemas, era mantenerse neutral en estos asuntos. Pero no todos fueron tan listos, aun tratando de pasarse de listos.


DIEGO DE AGUILERA


En 1650 llegó el gobernador Diego de Aguilera y Gamboa, y parece que escogió lados en estos chismes de gente rica, ejemplificado por su matrimonio con Elena Menéndez de Valdés en 1652, hija del contador real y nieta de un ex-gobernador. 


Durante su gobierno, Aguilera denunció ciertos actos de corrupción, como que el contador Melchor Fernández de Tejeda “anotaba en sus los libros como entrada en la caja real dinero en reales cuando lo que entraba realmente era libranzas, o cartas de pago” (Burset, 2022). En otras palabras, Melchor se estaba robando el dinero del gobierno y dejando en su lugar papeles que decían que se pagaría luego.


Pero la gota que colmó la copa, fue cuando Aguilera persiguió “un fraude de más de 50,000 pesos en las remesas de los situados” (Brau, 1904) que cometió el licenciado Don Luis Coronado. Coronado era el único abogado en San Juan en aquel tiempo, por lo que se convirtió en un hombre bien poderoso en la ciudad. Este señor, parece que hizo un truco y robó dinero del situado mexicano, que era la plata que se enviaba de México para costear las defensas de San Juan, o sea, la construcción de las murallas, el salario de los soldados, cosas así. Como en PR casi no paraban barcos españoles para comerciar, el influjo de moneda del situado era básicamente lo que mantenía la economía corriendo en San Juan. Igual, el situado no llegaba con la frecuencia que se suponía, pero se prestaba para muchos chanchullos. Las élites de PR en general estaban haciendo trucos con el situado y con el contrabando. Además, todos los gobernadores de Puerto Rico entre 1650 y 1700, estuvieron envueltos en el contrabando.


A Coronado se le impuso una multa bien alta por el desfalco. En venganza, 2 hijos del acusado, el Lcdo. Don Luis Coronado, le dispararon “varios arcabuzazos” (Brau, 1904) a Aguilera durante las Fiestas de Santiago en 1652. En total, el gobernador sufrió 4 o 5 atentados contra su vida, pero los sobrevivió todos.


No me queda muy clara la cronología de sucesos aquí, pero Coronado terminó refugiándose en el Convento de los Dominicos por 4 años para que no lo arrestaran. En aquellos tiempos, si te metías en un edificio religioso, las autoridades no te podían arrestar. Desde allí conspiró con otros contra el gobierno. Él y sus aliados regaban rumores falsos de cualquier persona que no estuviera de su lado. Tenía de su lado al ejército, el clero y muchos vecinos. Se reportó que Coronado hablaba públicamente “en su casa y en la plaza y en las esquinas de la ciudad. Llamaba al gobernador “loco alunado”, y decía que todo lo que hacía era borrachera y disparates, en detrimento de la quietud pública y a la “estimación de la justicia” (Burset, 2022). Coronado era una amenaza. Hasta un testigo llegó a decir que “la infantería estaba amotinada más a devoción del dicho licenciado” (citado en Burset, 2022).


Coronado logró paralizar por un tiempo la persecución de Aguilera. Cristóbal Muxica declaraba que Coronado tenía tanto poder que se llegó a temer que hubiera “algún movimiento popular, ocasionado de los consejos y exclamaciones del dicho licenciado” (citado en Burset, 2022) porque hablaba “con tanta demasía de las acciones del gobierno”. Otro testigo, Don Agustín Guilarte, dijo que escuchó a mujeres principales de la ciudad decir que “ya no falta más, sino que todos tomemos lanzas y salgamos por las calles a defender los nuestros..” (citado en Burset, 2022). Otros, testificaron que todas estas alegaciones eran falsas. Finalmente, bajo la gobernación de José de Noboa (el sucesor de Aguilera), a Coronado lo arrestaron en El Morro. Le permitieron un tiempo para atender sus asuntos. Sin embargo, Coronado continuó con sus actividades sediciosas. En fin, lo terminaron enviando preso a Cuba. Igualmente surgieron acusaciones contra Noboa por permitir el contrabando y este fue removido de su puesto.


El gobernador Aguilera tuvo sus propias controversias también, unas por usar fondos de la Real Hacienda para financiar la construcción del Convento de San Francisco. O sea, usó chavos del gobierno para un proyecto que no era del gobierno. Y también, fue acusado de decir blasfemias. A él le terminaron embargando sus bienes y lo metieron preso en las cárceles de la Inquisición en Cartagena.


JERÓNIMO DE VELASCO


En 1664 llegó el gobernador Jerónimo de Velasco. Los distintos bandos de las élites trataron de ganar su favor. En fin, Velasco escogió el mismo lado que Aguilera, y rápido fue acusado por el otro lado “de graves cargos, tanto en el orden político, como en el militar y hacendístico” (López Cantos). En una ocasión, Bernardo Frasqués, alcalde de la Santa Hermandad, “fue atacado en su propia casa con espada y daga” (López Cantos, 2017) por tres hombres, quienes le dejaron heridas graves.


Las autoridades, junto con el gobernador Velasco, salieron a arrestarlos. Los atacantes huyeron y en la persecución hirieron a Velasco. Los 3 hombres se metieron en la catedral, donde las autoridades no tenían la jurisdicción para entrar. Durante 40 días hubo un piquete de soldados en las puertas de la catedral, para arrestarlos. Velasco sería acusado por el cabildo eclesiástico de “infringir en la inmunidad eclesiástica” (López Cantos, 2017). En la acusación se alegó que el gobernador perseguía a “tres caballeros de San Juan” (López Cantos, 2017) que no lo quisieron acompañar. Luego de un juicio “muy accidentado” (López Cantos, 2017) contra el gobernador, este dejó su puesto. Eventualmente lograría su libertad.


JUAN DE ROBLES LORENZANA


En 1678 llegó Juan de Robles Lorenzana. Este señor y su hijo Antonio estaban bien algarete. Antonio “se casó en secreto con Juana Silva y Vargas, hija del capitán Juan de Amézquita” (López Cantos, 2017). Amézquita fue una figura que se destacó durante el ataque holandés a San Juan en 1625. Por este matrimonio, López Cantos (2017) nos dice que no cree que el gobernador no buscó aliarse con ningún bando.


Robles se buscó problemas con el obispo y sus colaboradores. Por lo general, los sanjuaneros que estuvieran de panitas con el obispo estaban protegidos del gobierno. Pero ahora ese no sería el caso. El gobernador también tuvo conflictos con los militares, porque nombró a su hijo como Sargento Mayor, sacando a la persona que “tenía el nombramiento real” (López Cantos, 2017).  También persiguió a dos oficiales reales, y le quitó poderes al cabildo. Encima de todo esto, “instigaba [a los vecinos] para que pleitaran entre sí, fallando a favor del que más le pagaba” (López Cantos, 2017). Además, parece que el gobernador enamoraba a las esposas de otros hombres y permitió que “su hijo, antes de casarse, anduviera robando a las mujeres, sacándolas de sus casas y del lado de sus madres” (citado en López Cantos, 2017). Básicamente, el gobernador se buscó problemas con todo el mundo.


La Audiencia de Santo Domingo envió a un oidor, un señor mayor llamado Francisco de Cárdenas, a que investigara el caso. Cuando el barco llegó, parece que el gobernador dijo que era un barco enemigo y dio la orden de que le dispararan. De Cárdenas fue recibido a cañonazos. En fin, el oidor logró desembarcar, pero no pudo interrogar a nadie, ya que el gobernador perseguía a quien testificara en su contra. Luego, para paralizar la investigación, el gobernador “fingió un ataque, tomando el mando de la isla como capitán general” (López Cantos, 2017).


El oidor le solicitó a la Audiencia que enviaran a otro juez para que llevara el caso. Así llegó entonces Tomás de Pizarro, quien logró imputarle 24 cargos y sentenciarlo a 4 años de cárcel. A su hijo, le pusieron 5 cargos y lo condenaron a 2 años de cárcel. 


Desde la cárcel, el ahora ex-gobernador alegaba que todos habían conspirado contra él, igual que “lo habían hecho aquellos vecinos contra otros gobernadores, y así quisieron matar a don Diego de Aguilera y don Jerónimo de Velasco” (citado en López Cantos, 2017).


El sucesor del gobernador Robles sería Gaspar Martínez de Andino, de quien les conté en el artículo “El sobrino lejano del gobernador”.


 

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Una fantasía épica en la isla de San Juan Bautista


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Fuentes:


  • Historia de Puerto Rico 1650-1700, de Ángel López Cantos (2017)

  • Historia de Puerto Rico, de Salvador Brau (1904)

  • La vida en Puerto Rico en el Siglo XVII, de Luis Rafael Burset Flores (2022)

  • Gobernadores de Puerto Rico, de Tomás Sarramía (1993)

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